martes, 13 de diciembre de 2016

Es lo que hay.

Bueno, como mi gran don no es escribir, voy a ir al grano.

Hace días se hizo viral el machismo de Maluma en su canción en la que trataba a las mujeres como objetos y hoy el gran Jorge Cremades ha sorprendido a la gente con su ignorancia. Bueno, con todos mis respetos diría gilipollez, pues "ignorancia" es más para la gente que desconoce X cosa, y "gilipollez" es para quien la desconoce pero tiene la jeta de hacer afirmaciones al respecto e incluso creer sus propias palabras dentro de Cuñadoland.

Hasta aquí está todo claro.

Y nos ha venido a todos de lujo.

Mientras critico las letras de Maluma escribo canciones con perlitas como "Cada aliento que tomes, cada movimiento que hagas, cada atadura que rompas, cada paso que des, te estaré vigilando" o "Mi nombre se acuesta en tus labios te arranca un suspiro de sal. Y no deberías haberme tentado, te gusta jugar. Pero yo a ti te conozco y sé por dónde vas Si no quieres flamenquito, no toques las palmas". Y no, antes de que alguien se adelante, no es reggaeton, es Police y Alejandro Sanz.

Mientras critico a Cremades desde casa, no reparto las tareas domésticas. Desde periódicos, objetivizo a la mujer con artículos como "gana medalla gracias a su marido", "guapa, joven y preparada: así son las políticas de ahora".
En el día a día: piropeo a personas desconocidas, fomento las discotecas en las que las mujeres pasan gratis, insisto cuando me dicen "no"... y pondría más ejemplos en la oficina, en la calle, en la universidad, en el transporte público...etc pero creo que todas hemos vivido (o sobrevivido a) estas cosas desde "en primera persona" hasta "por amigos de amigos" y si no, pues todos tenemos internet en casa o algún vecino con el WiFi libre para indagar más en el tema.

Y nada, un par de críticas a estos dos personajes y me lavo las manos, ¡ale, conciencia tranquila! 

Donde quería llegar no es que ni Maluma ni Cremades no sean tan malos tipos como la gente los pinta. Simplemente es que la situación no es nueva ni sorprendente. Ellos son el reflejo de la sociedad que construimos todas y todos. ¿Que no nos gusta? Pues en nuestro deber está cambiarlo, en el día a día y mediante la autocrítica. 
No buscar culpables y buscar soluciones.

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